SEAMOS MÁS RESPETUOSO CON EL TIEMPO DE LOS DEMÁS
La puntualidad es una actitud que se adquiere desde los primeros años de vida mediante la formación de hábitos en la familia, donde las normas y costumbres establecen horarios para cada una de nuestras actividades. También es un reflejo de respeto al tiempo de los demás, ya que en la escuela y en la vida social, llegar a tiempo es un signo de buena educación. Al ingresar a la escuela, se desarrollan todas las actividades de acuerdo a un horario que se establece en los reglamentos internos. Estos horarios permiten tener un orden, además que ayudan a la coordinación de las clases y descansos; todo esto consolida la actitud aprendida en el hogar. Sin embargo, en algunos casos hay personas que constantemente llegan tarde y, generalmente presentan excusas, por ejemplo, no sonó el despertador, mi mamá me retrasó, no pasó a tiempo el transporte, y esto ocasiona un retraso para todos o distracciones que rompen con el orden de las actividades. La puntualidad en general, es una regla que exige a la persona ejecutar determinada acción en un tiempo determinado, ya que aunque la acción sea realizada satisfactoriamente, desequilibra el balance de tiempo de todas las demás. Lamentablemente, al inicio de Congresos, Seminarios, presentaciones la apertura con distinguidas autoridades académicas, políticas y toda aquella gente que no aprendió educación, llega tarde, comienzan los actos una hora después de lo asignado, de nada sirve la Invitación con el horario establecido, porque aquellos que tienen que dar ejemplo no están o han perdido en el tiempo de la cabeza o el cerebro la palabra PUNTUALIDAD, la puntualidad es algo que debemos cumplir, pues todas las personas merecen respeto. La informalidad en atender una cita es un claro acto de deshonestidad. Igual puedes robar el dinero de una persona si robas su tiempo. Horace Mann Como pueden dar ejemplo todas las Autoridades a sus hijos si siempre tienen una excusa para comenzar tarde las actividades. Seguramente todos hemos vivido situaciones incómodas a causa de la impuntualidad. Algunas habrán tenido consecuencias poco relevantes, otras no tanto y quizá significaron la pérdida de oportunidades irrepetibles, como aquella entrevista de trabajo a la que se llegó “con diez minutitos de retraso”, pero que finalmente se convirtió en la principal razón para perder un buen puesto; o el examen al que ya no se nos permitió acceder porque llegamos después de la hora indicada.